sábado, 31 de octubre de 2015

El modelo educativo de Jacques Maritain. Propuestas ante la crisis eficientista de la educación

Mientras cursaba las materias de este año me di un tiempito para terminar este humildísimo ensayo sobre Maritain, presentado para el III número de Nuestra Joven Revista Jurídica de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Córdoba.

EL MODELO EDUCATIVO DE JACQUES MARITAIN. PROPUESTAS ANTE LA CRISIS EFICIENTISTA DE LA EDUCACIÓN 

 AUTOR: Elías E. Brandán Franco * 

PALABRAS CLAVE: humanismo – Jacques Maritain – educación – Modelo Educativo – crisis eficientista 

RESÚMEN: Inspirado en dos artículos aparecidos en el primer número de NJRJ pretendemos seguir en la misma línea de indagación bibliográfica sobre la educación y su modelo maritaniano, aplicando estas mismas nociones a nuestra universidad en Argentina y, por extensión, a la Facultad de Derecho.

Inspirado en dos interesantes artículos aparecidos en el primer número de esta NJRJ titulados ambos Proyección Actual del Modelo Maritaniano en la Educación Superior para la Construcción de una Nueva Ciudadanía y La Enseñanza del Derecho Político: una Perspectiva frente a los Desafíos Actuales pretendemos seguir en la misma línea de indagación bibliográfica, asumiendo que ningún trabajo agota nunca el tema del que trata, siendo en este breve opúsculo nada más ni nada menos que la educación y su modelo maritaniano, aplicando estas mismas nociones a nuestra universidad en Argentina y, por extensión, a la Facultad de Derecho. 
A este respecto, el maestro Alberdi hace en sus Bases una interesante diferenciación entre educación e instrucción, a la vez que manifiesta: 
“Belgrano, Bolívar, Egaña y Rivadavia comprendieron desde su tiempo que sólo por medio de la educación conseguirían algún día estos pueblos hacerse merecedores de la forma de gobierno que la necesidad les impuso anticipadamente. Pero ellos confundieron la educación con la instrucción, el género con la especie. Los árboles son susceptibles de educación; pero sólo se instruye a los seres racionales.” Y prosigue: “Aquel error condujo a otro: el de desatender la educación que se opera por la acción espontánea de las cosas, la educación que se hace por el ejemplo de una vida más civilizada que la nuestra; educación fecunda, que Rousseau comprendió en toda su importancia y llamó educación de las cosas.” 
Es bien conocida la pasión alberdiana, compartida por Sarmiento, por el crecimiento de la industria nacional y porque la República Argentina continúe la senda trazada por Europa, al punto que sigue diciendo en sus Bases: 
“No pretendo que la moral deba ser olvidada. Sé que sin ella la industria es imposible; pero los hechos prueban que se llega a la moral más presto por el camino de los hábitos laboriosos y productivos de esas nociones honestas, que no por la institución abstracta. Estos países necesitan más de ingenieros, de geólogos y naturalistas que de abogados y teólogos. Su mejora se hará con caminos, con pozos artesanos, con inmigraciones, y no con periódicos agitadores o serviles, ni con sermones o leyendas.” 1
Sin embargo, tan solo un siglo después el prestigioso jurista y escritor español galardonado con el premio Miguel de Cervantes, Francisco Ayala escribía sobre la universidad argentina, en la que enseñó tras exiliarse de su país por la guerra civil: 
“A decir ver verdad, la universidad es ya un poco triste arqueología. Así lo sugieren dos hechos complejos, cuya formulación simplista pudiera ser la siguiente: primero, las enseñanzas que en ella se ofrecen no corresponden a las necesidades sociales; y, segundo, diversas instancias sociales ajenas a su recinto se aplican, por consecuencia, a desarrollar actividades crecientes, encaminadas a la formación profesional y científica.” 
Continúa diciendo el mismo autor, ahora sobre la Facultad de Derecho, que ésta es “primordial en el régimen de una universidad inspirada en valores jurídicos, pero que a la fecha provee — si lo hace— de un casi inútil arsenal de cultura abogadesca a quienes en realidad van a ser meros agentes de negocios o burócratas.” 2 
Distintas opiniones sobre un mismo tema de dos grandes hombres de las letras y el derecho, que sin embargo parecen coincidir, con un optimismo cuasi romántico el primero, y con pesimismo el segundo de ellos sobre la universidad y el avance de la industria por sobre el modelo tradicional de la enseñanza universitaria. En un contexto contemporáneo de direccionamiento universitario guiado exclusivamente por las normas “economicistas eficientistas” 3 es en el surge como una revolución el modelo educativo propuesto por Jacques Maritain (1882-1973), en el cual no es sino el amor el que tiene el lugar más preponderante, dado que, según el autor: 
“La perfección del hombre consiste en la perfección del amor; de esta manera, no se trata tanto de la perfección de la persona como de la de su amor, en el que el ‘yo’ de alguna manera desaparece, y avanzar en esta perfección personal no es copiar un ideal. Equivale a dejarse conducir por otro, hacia donde uno no pensaba ir, y dejar que el Amor divino, que llama a cada uno por su nombre, le modele y le haga una persona, un original, no una copia.” 4
Nosotros podemos sentir el sano orgullo de que aún antes que Maritain, los estudiantes de la Reforma Universitaria de 1918 exclamaron en el famoso Manifiesto Liminar: 
“La autoridad en un hogar de estudiantes, no se ejercita mandando, sino sugiriendo y amando: Enseñando. Si no existe una vinculación espiritual entre el que enseña y el que aprende, toda enseñanza es hostil y de consiguiente infecunda. Toda la educación es una larga obra de amor a los que aprenden.” 5 

PRECISIÓN IDEOLÓGICA DEL HUMANISMO INTEGRAL POR EUGENIO PUCCIARELLI 

Consideramos oportuno precisar ideológicamente el pensamiento maritaniano, el cual se entronca en el denominado “humanismo integral”, para lo cual nos valemos de los conceptos del filósofo argentino Eugenio Pucciarelli: 
“El humanismo integral en la versión de Jacques Maritain, ha de ser calificado como teocéntrico, aspira a atenerse a los preceptos del Evangelio; admite la existencia de verdades eternas y de valores que trascienden al hombre y confieren sentido a su vida. Se esfuerza por no confinar la actividad humana en los criterios de la vida interior y del cultivo de la religión, porque se propone atender a las exigencias sociales que brotan de los campos de la economía y la política. No hacerlo equivaldría a mutilar al hombre y a provocar resentimientos e indignación en los sectores que quedarían abandonados al juego de intereses particulares no siempre nobles. Le anima la convicción de que es posible transformar al hombre desde adentro, estimulando posibilidades que cada uno alberga en sí, aunque normalmente suelen hallarse dormidas. Confía en modificar, a partir de ese centro interior, las estructuras de la vida social infundiendo en ellas los medios que brinda la espiritualidad cristiana. No desespera de la posibilidad de preparar en este mundo las condiciones que exigen a todos los hombres los bienes inalienables de la libertad y de la justicia. Cree que bastará para ello insertar en la vida temporal de la comunidad las exigencias evangélicas para transfigurar el orden de la vida profana y por este medio cambiar el orden y consecuentemente cambiar el mundo.” 6 

Una universidad con los principios maritanianos debe procurar ir en pos de la inclusión tanto de los pobres como de los discapacitados, ya de las madres y amas de casa como de los trabajadores, ya de los jóvenes como de las personas de la tercera edad, ya de los que pertenezcan a pueblos originarios... La educación es un bien universal lo mismo que la universidad y ésta a nadie ha de cerrar sus puertas, a su vez, como su mismo nombre lo indica debe propender a que sus estudiantes abarquen y dominen el conocimiento universal, esto sin olvidar nunca las raíces, que son la propia cultura de un pueblo, fomentando las carreras necesarias a una sociedad industrializada pero no por ello menospreciando las disciplinas humanísticas. 
Recordemos asimismo que en el terreno jurídico, tal como lo sostuviera el Dr. Fernando Martínez Paz, el derecho posee un modelo multidimensional que no reniega de su impronta cultural e histórica. Manifiesta el destacado autor: "El núcleo de este modelo es el eje o centro a cuyo alrededor interactúan y se interconectan sus distintas dimensiones y disciplinas, de acuerdo con la relación hombre-sociedad-cultura-derecho." 7 
Maritain, como ya hemos mencionado, pone el foco en el "amor". Su "humanismo integral" consiente un aprendizaje y enseñanza honestos desde las formas de la vida y el pensamiento, caracterizándose por un dinamismo de la educación, el cual se consigna con un trabajo profundo del docente sobre la mente y el espíritu del estudiante, procurando de éste el desarrollo de sus propias potencialidades, con la finalidad de que emerja un original, no una copia, invocando siempre el amor, y el Amor divino, como simiente de la propia vida, desarrollando la personalidad espiritual de quien aprende. Maritain resuelve esto estableciendo un parangón con la Psicología, a la vez que manifiesta que la inconsciencia freudiana es "irracional" 8, en tanto que este su método anda a la zaga de lo que él denomina el "supraconsciente" o "preconsciente espiritual". 9 Estimamos que el autor se refiere, más que a un proceso cognitivo o a una actividad que rige el campo cerebral, a interpelar al alma de los partícipes del sistema educativo. Y esa interpelación debe, como tal, considerarse con plenitud, anchura y grandeza. 10 Postulados estos que en el contexto actual de una educación masificada y de hombres-masa, categoría de personas pasivas producto de la industrialización tratada por Ortega y Gasset en su libro La rebelión de las masas, tienen el vigor de alentar a los espíritus apabullados, en los que el amor está muchas veces ausente y suplantado por nociones más elementales, como ser la equidad. 11 No obstante, Erich Fromm hace desde el campo de la psicología social un gran distingo entre amor y equidad: 
“Si bien se habla mucho del ideal religioso del amor al prójimo, nuestras relaciones están de hecho determinadas, en el mejor de los casos, por el principio de equidad. Equidad significa no engañar ni hacer trampas en el intercambio de artículos y servicios, o en el intercambio de sentimientos. ‘Te doy tanto como tú me das’, así en los bienes materiales como en el amor, es la máxima ética predominante en la sociedad capitalista. Hasta podría decirse que el desarrollo de una ética de la equidad es la contribución ética particular de la sociedad capitalista.” 12 
Hemos de tener siempre presente que la educación es más que el cúmulo de conocimientos teóricos y prácticos que se imparten durante los largos años de la formación de una persona en la educación obligatoria y la facultad, sino que es “aquella que subsistiría si llegáramos a olvidar todo lo que hemos aprendido”, que es lo mismo que decir, “lo que se ha transformado ‘en la carne y en la sangre.’” 13 Para ello ha de mirar fijamente al núcleo de los valores más sagrados de la sociedad, reconciliándose con los valores culturales propios de la época pero especialmente con aquellos que nos son históricos, tal como el caso de su fundación por parte de los jesuitas de nuestra amada universidad. 
Es importante señalar que este modelo de educación ha de estar alimentado por la solidaridad y por la asistencia desinteresada a los distintos sectores de la sociedad a través de programas de extensión universitaria que contemplen el significativo salto de la secundaria a la universidad, esto especialmente si tenemos en cuenta que según el diario La Voz en la Provincia de Córdoba hoy en día “pocos terminan el secundario en seis años”, ya que “sólo el 48% de los alumnos concluye en el tiempo previsto”, siendo el problema “más serio en los colegios públicos”. 14 No es la única cifra poco alentadora sobre la educación en nuestro país, así ocurre también con las denominadas pruebas PISA, en las cuales Argentina, según una noticia del diario La Nación del 3 de diciembre de 2013, “en consonancia con el bajo rendimiento en América latina (...) quedó en el puesto 59 de 65”. 15 
Los principios maritanianos en este contexto crítico vienen a poner la base de la educación en el objeto del aprendizaje tanto como en su trama, la cual tiene un impulso inicial en el docente, guiándonos siempre por la verdad y la justicia, que no es aquella que Foucault estudió desde el campo de la antropología filosófica como verdad empírica, esa “prodigiosa maquinaria destinada a excluir” 16 y que se corresponde con la voluntad de poder, sino la que se hace vida en el proceso de enseñanza-aprendizaje. El mismo autor plantea en su libro Las palabras y las cosas esto que sigue: 
“Puede comprenderse muy bien que el análisis de lo vivido se haya instaurado, en la reflexión moderna, como una disciplina radical entre el positivismo y la escatología, que haya intentado restaurar la dimensión olvidada de lo trascendental; que haya intentado conjurar el discurso ingenuo de una verdad reducida a lo empírico y el discurso profético que al fin promete ingenuamente la venida a la experiencia de un hombre.” 17 
Con este método al que venimos haciendo referencia se enaltece la libertad del ser humano, mas trascendiendo aquella libertad nouménica de la filosofía de Immanuel Kant que no es más que un razonamiento intelectual, y se promueve aquella libertad que es creatividad y pasión y que se dirige al mismo Dios, trabajando con ardua disciplina en pos de los más nobles ideales, sobreponiéndonos a las dificultades y obstáculos que surjan, a través de una correspondiente resiliencia, todo lo cual en la consonancia de una comunidad educativa que fomente el desarrollo de la cultura, del arte y del deporte y que promueva el compromiso estudiantil con la política educativa y universitaria y que no se encierre en la vetusta estructura de una sociedad anónima, sino que más bien construya ciudadanía en las aulas.
Nuestra Nación tiene aún mucho por avanzar en esta senda, ya que no pocas veces debemos asistir al lamentable espectáculo de la hipocresía de muchos políticos que braman por mejorar la educación, mas esto no pasa de ser un mero ideal sin lugar en la realidad. Y cito como corolario el caso del Dr. Fernando de la Rúa, quien siendo senador participó de la sanción por el Congreso de la Nación de la ley 23.211 de la Jornada Argentina de la Paz para su celebración en los establecimientos educativos de todo el país, la cual a pesar de que fue promulgada en 1985, nunca obtuvo su decreto reglamentario. El ex presidente inclusive redactó, en 1995, siendo todavía senador, un proyecto de comunicación para el Poder Ejecutivo con la finalidad de que al fin reglamente la ley. 18 Sin embargo, lo olvidó por completo al ejercer él mismo la primera magistratura. Esto había ocurrido recientemente en igual sentido con la ley antibullying, sancionada en 2013. 
Si en verdad se quiere mejorar la educación, deberían optimizarse los parámetros culturales de calidad educativa, priorizando los contenidos morales y éticos, y entablar un diálogo fluido entre docentes y alumnos, sin desconocer la autoridad propia de los primeros, pero entendiendo que afrontar los grandes desafíos que tienen hoy las instituciones educativas exigen el esfuerzo mancomunado de todas sus fuerzas vivas. 
Es necesario mejorar el ambiente en el que se desenvuelven los procesos educativos, no solo en materia edilicia de muchos edificios y aulas sino también para el mayor desarrollo espiritual, a la vez que debe promoverse una participación adecuada de los estudiantes en la toma de decisiones sobre los contenidos curriculares y las metodologías en práctica, fomentándose un aprendizaje libre y dinámico sobre bases sólidas. 
Los obispos de América Latina en el Documento Conclusivo de Aparecida manifiestan que la misión que tiene un sistema educativo inspirado en estos valores es: “poner de relieve la dimensión ética y religiosa de la cultura, precisamente con el fin de activar el dinamismo espiritual del sujeto y ayudarle a alcanzar la libertad ética que presupone y perfecciona a la psicológica. Pero, no se da libertad ética sino en la confrontación con los valores absolutos de los cuales depende el sentido y el valor de la vida del hombre.” 19 
Hemos de volver a las obras de los grandes autores universales, hoy extintos en las casas de altos estudios, dando su justo valor a las nuevas tecnologías informáticas y a su implementación en las aulas, sin sobrestimar su alcance y profundidad tanto intelectual como moral. Tal como sostuviera Guillermo Jaim Etcheverry en su valioso libro La tragedia educativa: “Parece no advertirse que, precisamente, el hecho de que nuestra sociedad se convierta aceleradamente en electrónica, es decir, que la información desplace al conocimiento, hace imperativo fortalecer el prestigio de nuestras alicaídas instituciones de conocimiento, que languidecen paralelamente con el crecimiento del consumismo informativo.” 20 Aun así, es un inmejorable ámbito para que los estudiantes despejen sus dudas a través de consultas on-line con el profesor, por su participación en las aulas virtuales y para realizar sus aportes con trabajos de investigación propios, contribuyendo así al enriquecimiento espiritual entre pares, e inclusive, por qué no, por la educación a distancia. 
Todo ello debería hacerse sin perder jamás de vista que es el amor el que informa y reviste a todos los demás valores y esfuerzos en el ámbito de la educación como en la vida misma. Para concluir, y parafraseando a San Pablo (1 Cor. 13), aun si se mejoraran todas las variables educativas, aun si se aumentara la cantidad y la calidad de los egresados y se realizaran por parte de estudiantes y docentes los más encomiables esfuerzos para el mutuo crecimiento personal, sin amor, vale muy poco... 

* Elías Emanuel Brandán Franco: Estudiante de la Carrera de Derecho y Cs. Ss. Participó de congresos, conferencias, seminarios de Derecho Constitucional, Derecho Político y Derecho Penal. Apasionado por la cultura general, es instruido en agronomía (perito en cereales y oleaginosas), literatura, filosofía, teología e informática. Autor de un proyecto de convivencia escolar de Créditos en lugar de las amonestaciones que expuso en los institutos secundarios de Río Primero, su pueblo, tras egresar de la secundaria en 2004, proyecto que, a pesar ser destacado por la subsecretaria del entonces Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología de la Nación, jamás fue aplicado. Correo electrónico: eebrandfran@yahoo.com.ar

1 ALBERDI, JUAN BAUTISTA. Obras escogidas, t. I. Buenos Aires: Luz del día, 1952, pp. 50 y 52.
2 AYALA, FRANCISCO. La crisis actual de la enseñanza. Buenos Aires: Nova, 1958, p. 17.
3 PIÑERO, MARÍA TERESA. Universidad y Sociedad en Tomo II de la Introducción a los Estudios de la Carrera de Abogacía 2006. Serie Materiales de Estudio. Editorial Ciencia, Derecho y Sociedad. Facultad de Derecho y Ciencias Sociales. UNC. Córdoba, 2005. p. 151.
4 MARITAIN, JACQUES. El Dinamismo de la Educación. Recuperado en: http://www.jacquesmaritain.com/pdf/10_EDU/02_ED_DinEdu.pdf, 2014. Búsqueda 8/04/2015.
5 UNIVERSIDAD NACIONAL DE CÓRDOBA. Manifiesto Liminar. Recuperado de http://www.unc.edu.ar/sobre-la-unc/historia/reforma/manifiesto. Búsqueda 8/04/2015.
6 PUCCIARELLI, EUGENIO. Los rostros del humanismo. Buenos Aires: Fundación Banco de Boston, 1987, p. 43. 
7 MARTÍNEZ PAZ, FERNANDO. Introducción al derecho. Buenos Aires: Ábaco de Rodolfo Depalma, 2004, p. 378.
8 Según la tercera acepción del diccionario de la RAE, el inconsciente es un “Sistema de impulsos reprimidos, pero activos, que no llegan a la conciencia”.
9 MARITAIN, JACQUES. Op. cit.
10 TERESA DE JESÚS. Las moradas en Escritores místicos españoles. México Consejo Nacional para la Cultura y las Artes/Editorial Océano de México, 1998. p. 110.
11 PIÑERO, Op. cit., pp. 154 y 155.
12 FROMM, ERICH. El arte de amar. Buenos Aires: Paidós, 2015, p. 170.
13 VON EBNER-ESCHENBACH, MARIE, citada según EDITH STEIN. Ser finito y Ser eterno. México: Fondo de cultura económica, 1994, p. 451, n. 95.
14 LA VOZ. Pocos terminan el secundario en seis años. Recuperado de: http://www.lavoz.com.ar/ciudadanos/pocos-terminan-el-secundario-en-seis-anos. Búsqueda 8/04/2015.
15 LA NACIÓN. Mala nota para la Argentina en el informe PISA, la evaluación internacional a estudiantes secundarios. Recuperado de: http://www.lanacion.com.ar/1644167-mala-nota-para-la-argentina-en-el-informe-pisa-la-evaluacion-internacional-a-estudiantes-sec. Búsqueda 8/04/2015.
16 FOUCAULT, MICHEL. El orden del discurso. Buenos Aires: Tusquets. 2005, p. 24.
17 FOUCAULT, MICHEL. Las palabras y las cosas: una arqueología de las ciencias humanas. Buenos Aires: Siglo Veintiuno, 1968, p. 312. 
18 SENADO DE LA NACIÓN ARGENTINA. Proyecto de Comunicación. Recuperado de: http://www.senado.gov.ar/web/proyectos/verExpe.php?&origen=S&numexp=401/95&tipo=PC&tConsulta=1. Búsqueda 8/04/2015.
19 V CONFERENCIA GENERAL DEL EPISCOPADO LATINOAMERICANO Y DEL CARIBE. (2007) Documento Conclusivo. Recuperado en: http://www.celam.org/aparecida/Espanol.pdf. Búsqueda 8/04/2015.
20 JAIM ETCHEVERRY, GUILLERMO. La tragedia educativa. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica de Argentina S. A., 2000, p. 190.

jueves, 15 de enero de 2015

DE CINCO PUÑALADAS

Hoy estoy intentando perdonar y no necesito comprender los ¿por qué?... Sé bien quién vale la pena y quién no. Sufrí mucho en estos dos últimos años, creo que comenzaba a desprenderme y despedirme de todos los reclamos al pasado, dejé de estar esperando lo que el ayer se había olvidado de traerme hace tantos años ¿sabés? Me aburrí de esperarlo y empecé a caminar despacito, pero como me perdí de ver los alrededores durante tanto tiempo... me extravié, la neblina me tragó y aquí estoy. ¡Hermana ayúdame a no morir de tristeza, de pena, de soledad! ¡Ayúdame a salvarme, a descubrir las sensaciones de alegría y esperanza de las que todos hablan! Corro contra reloj para dejarles todo listo, lindo, preparado para vivir dignamente pero es como si el reloj fuera para atrás. 

Míriam Somavilla (Nany): publicado en los avisos fúnebres del diario La Voz del Interior, de Córdoba, Argentina, el 2 de octubre de 2005.

I 

Las palabras de Nicolás Pedrada lograban aterrar y acongojar a toda la ciudad. Tenía el poco feliz don de anticipar las desgracias ajenas, y lo hacía con frecuencia. Alto, retraído, joven y muy delicado. Y sus palabras: enigmáticas, pero certeras. Había logrado llenarnos de atroces miedos de futuros inevitables. A mi hermana Celia, le dijo aquella vez inolvidable: 
La pulcra señora morirá por su sangre. 
Tiempo después murió la tía Zulma, y aun después se supo que Laura, su única hija, la había intentado matar porque la tía Zulma no la dejo ir a un recital de Perdidos, una novedosa banda de rock juvenil que se presentaba esa noche en la ciudad. 
Se ha dicho asimismo que Nico predijo el tumulto que hizo renunciar a su cargo al intendente de Peonías hace tres años, el incendio de la fábrica de juguetes Mora hace dos, y la catástrofe de la escuela secundaria del barrio Sur el año pasado. A todas esas desgracias anticipadas se las pretendió esquivar de antemano, pero las palabras de Nico eran tan enigmáticas que no se podía descubrir su sentido sino hasta que la desgracia ya había ocurrido. El día que me anunció: “Morirán de cinco puñaladas”, supe que para nosotros todo había terminado. 
Nico era un médico de treinta y cinco años, que después de ejercer su profesión durante unos ocho, decidió bruscamente abandonar su puesto en la clínica en la que trabajaba. Todos nos preocupamos mucho, pero como Nico, aunque vivía solo, era de muy buena posición económica, terminamos creyendo que se trataba sólo de ganas de darse buena vida y desechar preocupaciones. Pero, desde entonces, se lo vio escasas veces salir de su lujosa casa. Y, cada vez que lo hacía, sólo permanecía callado y solitario en una esquina, y sólo se dignaba a pronunciar ante una persona, a la que esperaba, la desgracia que inminentemente le ocurriría. Nadie pudo jamás comprender el porqué de este hábito. Pero nadie lo cuestionaba. Quizá fuera para alguna investigación médica. ¿Quién podía saber? El doctor Pedrada jamás había sido un hombre muy amigable. 
Yo había asistido con toda mi familia a la misa que se hacía en el templo del barrio en celebración de la festividad de San José. La desgracia de la tía Zulma nos había conmocionado a todos. Después de la misa, salí con mi familia del templo, y fue aterrador ver el espectro de Nico en una esquina. El se me acercó, palmeó mi hombro derecho, y me dijo, fríamente: 
Morirán de cinco puñaladas. 
Y sentí como si la fatalidad se abalanzara directamente sobre nosotros. Volví a vivir esa interminable angustia del saber: una pulcra señora moriría por su sangre, según le anticipara Nico a Celia. Desde el comienzo pensé que esa señora no sería otra que la tía Zulma, pues ella tenía fama en el barrio de ser una obsesiva limpiadora doméstica; y que, si moriría por su sangre, sería quizá de una tuberculosis o del sida. Por lo que llevé a la tía Zulma a hacerse una revisión médica. Pero no tenía nada. 
Un día, la tía Zulma podo el gran jardín del frente de su casona y se cortó una pizca la mano con una espina de una rosa del rosedal, pero no le dio importancia porque no sangró casi nada y siguió podando el jardín; pero dentro de un arbusto había un sapo, y cuando podó ese arbusto el sapo saltó y le orinó la mano lastimada, y el orín del sapo le entró en la sangre. Murió, amarilla, veintidós días después.

II 

El padre de Nico, don Francisco Pedrada, director del Teatro Buenaventura, nació aquí, en Peonías, e hizo aquí su educación primaria y secundaria, y se recibió, a sus veinticinco años, de licenciado en Filosofía por la Universidad de Peonías. En sus cincuenta y tres años, que recién había cumplido, y en sus veintisiete de matrimonio, algo tristes a las luces de su mujer, fallecida cinco años antes, conoció sin embargo la belleza de la vida, y es que tenía tres hijos y una sobrina; tal orden se destaca en la lápida de la esposa de don Pancho, que él visitaba todos los meses el día diecinueve, recordando que doña Sonia Pedrada cumplía sus años el diecinueve de octubre. 
Desde sus cincuenta años, don Pancho conceptuaba al mundo como un complicado rompecabezas, que nadie podría armar completamente, pero quien más se acercara lograría buena parte de la felicidad, pero había que valerse de los instrumentos que el complicado mundo da, con mucha cautela en su cuidado, ya una pequeña equivocación podría ocasionar, espanto, humillación, furia pública, descontento popular... 
Había sido don Pancho en su juventud, hasta sus cincuenta años, lector avezado; su literatura preferida era la biológica: gustaba de la reminiscencia teórica de las verdades de la Madre Natura. Deseando conseguir su parte de felicidad, don Pancho aún construía el rompecabezas de modo cauteloso, lento, medroso. Pero fue en el Teatro Buenaventura donde consiguió la pieza maestra. 
Don Pancho, de cultura lo bastante superior como para ser bastante distinguido en su ciudad, era, sin embargo, bastante despreciado por sus conciudadanos, quienes desconsideraban la materia gris que llevaba en su ser superior. Había sin embargo quienes, en su docilidad, apreciaban buena parte de las costumbres de don Pancho, como colegas, vecinos cercanos y varios familiares, donde la verdad parecía relucir como el fuego doliente de la mundanidad. Pero don Pancho se volvió célebre por haber encontrado, a los cincuenta y tres años y el el fastidio de su vida, un fascinante consuelo en un inspirado y profético escrito póstumo de Dionisio Pousset, intitulado A vuela pluma, que descubrió como un tesoro escondido en uno de los camarines del Buenaventura. Contaba Dionisio al escribirlo, poco antes de que lo asesinaran, sus treinta y siete años, y con un aspecto tan atropellado en el caminar y el habla que parecía haber abandonado el brío esencial para vivir, sosteniendo a esta sensación, su mirada obstinadamente inconsiderada hacia todo, su monótona vestimenta, usualmente el mismo saco, verde grisáceo, raído y deshilachado, su barba formidablemente larga y sus particulares misantropía y desidia; y aún tenía a la actuación como afán y dedicaba a ella mucho de su tiempo, aunque los dramas, los ensayos y las puestas en escena, se habían vuelto una recua rutinaria... 
El escrito de Dionisio Poussett atesorará para siempre el misticismo de Dionisio en las siguientes palabras: 
Quien, como yo anda, muy fácil cae de su pedestal, y quien, por la malaria del horizonte permanece andante a pasos firmes, variando ante su volubilidad, en contraste con su condición primera, encontrará al fin una mera consonancia radical que podrá sobrellevar a pesar de su condición “certera”. Pero, para vos ser perseverante, elocuente, pertinaz, tierno, emprendedor, por vos y para vos hay guardada una canasta contenedora de opulentas flores doradas y nueve corazones efervescentes de pasión y amor a corrientes desatado por la misma pasión. Vos, a pesar de la lascivia mundana podés comprender que cuanto luzcas a la oscuridad poco importa en la luz. Y, encontrándote sabrás de la melancolía sin fin expectante en el infierno por vos. Pero podrás salir. Porque te daré lo necesario. ¡Cuánta pasión desatada para vos habrá! Nada podrás hallar en la oscuridad. Ni tampoco yo sé que será mañana. Pero la verdad ahí está. Tú sabrás encontrarla. En el ser presente de mi mansión, la única existente. Mis miradas, mi don, mi condición, mi celeste radicación son su propio sustento. Tu espíritu lo es también de vos. Como podrás saber, en el cielo nos encontraremos en la paz sin fin. Tú y yo al fin. Dionisio Pousset es tanto como una esencia propagada como la existencia, y está en todas partes y ve todo.

III 

Pero el corazón de don Francisco Pedrada no pudo resistir la vergüenza que le produjo el escándalo judicial en el que se vio envuelta su hija, Celia. En efecto, ninguna sentencia judicial, en el incipiente desarrollo de la ciudad argentina de Peonías, a excepción de la implacable para los imputados en el sensacional y conmovedor juicio por el asesinato del actor Dionisio Pousset hacía ya una década, había sido tan turbulenta como la que se dictara por el caso protagonizado por un alumno de catorce años del Instituto Ceferino Namuncurá, de la ciudad, y Celia Pedrada, su profesora de Filosofía, de veintinueve años, cinco como profesora. El pleito se había incoado poco después de que la madre del adolescente denunciara a la policía haber hallado en la mochila de su hijo cuantiosas cartas sentimentales que la profesora de Filosofía dirigía al muchacho. Asimismo, dos compañeros de clase del alumno en cuestión manifestaron sus sospechas de que la profesora de Filosofía tenía una inclinada afición por él: ellos lo advertían principalmente en las clases de evaluación escrita, puesto que la docente permanecía considerable tiempo delante del pupitre de tal alumno respondiendo sus secretas preguntas; el mismo, como presunta consecuencia, era constantemente quien tenía las calificaciones más altas en Filosofía. A Celia le dieron ocho años de prisión. Se ahorcó después de los primeros tres.

IV 

 De mi familia sólo quedamos mi hermano y yo. El era un reconocido escritor, no obstante poco popular, pues no encuadraba en ningún movimiento literario existente. Aunque mi hermano podría haber ingresado en el grupo de los lacerantes, y optar por la determinación irracional del creacionismo voluptuoso, prefirió retener el intelecto febril y tenaz que habría de hacerlo célebre. Tenía treinta y tres años y ya era considerado uno de los mejores artistas de la lengua. Sin embargo, había que conocerlo para poder desgranar esa existencia remota pero crucial que demostraba en sus palabras. Raúl D'Angel, su editor, sabía como nadie de qué estaba hecha el alma del maestro. 
Maestro, ¿te acordás de nuestro encuentro tembloroso con la corriente de los lacerantes? le preguntó una vez. 
Es un recuerdo indefinido... 
Fue cuando Paulo Casas nos comentó que había descubierto el embrujo esencial que fluye del cántaro espiritual...
Ahora que lo pienso, cometimos un error al declararle nuestra fe desmesurada en la variación constante de las palabras hermoseadas... Estaría mejor informado si desoyera confesiones apresuradas... 
¿Discutirías, maestro, con ellos, sabiendo que podrían irrumpir destructivos dando esa impresión inclemente de que derriban astros? 
Lo que puedo decirte es que entrando en esas discusiones resolvería toda la conversación con inflexiones y sonrisas. Pero ambos comprendieron que sólo podrían desestructurar la irreverencia de esos zánganos si desenmascaraban a uno de ellos. 
Mi hermano murió de un infarto que le sobrevino en una riña intelectual con Paulo Casas...


No sabía cómo tolerar exabruptos coléricos, pero Laura hubiera hecho todo lo que entre sus manos concibiera, si no hubieran insistido en tomarle el pelo, arrancándole pacientemente las agallas. A escondidas, ella agarró todas sus emociones y las pulverizó, con todo lo que alguna vez había sido su ilusión. Sin embargo, su única ilusión sobreviviente era poder albergar alguna ilusión. 
Muecas de dolor brotaban en su rostro solemne. ¿Cómo encontrar un hilo de cohesión entre las trampas colocadas una por una en su débil corazón? Prosiguió su camino solitario; benévolo era el viento que la empujaba a un abismo insondable. Hubiera deseado poder sostener su imagen ante la caída abrupta del separatista. Sostuvo en alza su pescuezo, pero la ceremonia caótica había comenzado. Todo ese tiempo esperó por el momento oportuno para dejar constancia de haber seguido viva después de aquel desastre. 
Cuando subió a la motocicleta, no se imaginó que cuando saliera de regreso a su patria fuera a encontrar tantas pompas y pañuelos. La multitud oraba ferviente a Dios para que al fin lloviera en la ciudad. Su divorcio de Carlitos, el limeño, le había cambiado los ánimos sociales. Ella sólo buscaba desaparecer de entre la multitud, pero la desazón de saberse ajetreada la hizo retroceder hasta la concentración de fieles en procesión. Procuro la separación, pero la sincronía del vulgo encabezado por Santa Rosa de Lima la había atrapado. Laura, mi única pariente sobreviviente, decidió convertirse a la vida del monasterio. Yo, a mi tétrica vez, mientras me desangro cuestiono en el espejo a Nicolás Pedrada el porqué de su acción.