martes, 26 de noviembre de 2013

Ensayo sobre "Un mundo feliz" de Aldeus Huxley

En este ensayo empleé varias partes de escritos que había ya publicado aquí, uno titulado "Derecho al alma", que publiqué el 31/12/2012 y otro titulado "El sexo: murciélagos y magnolias" que publiqué el 04/01/2013.

En la novela se juega mucho con los ideales sagrados de la civilización como la libertad, la felicidad, Dios, la paz social y así se me ocurrió buscar el significado de la palabra felicidad en el diccionario de la RAE y es mucho más modesto de lo que se creería: 1. f. Estado del ánimo que se complace en la posesión de un bien. 2. f. Satisfacción, gusto, contento. Las felicidades del mundo 3. f. Suerte feliz. Viajar con felicidad. De hecho, la definición de salud por parte de la OMS es mucho más abarcativa y contundente: «La salud es un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades». Creo que esta novela hoy suscitaría mucho menor asombro que en sus tiempos ya que conceptos como criopreservación, fertilización asistida y hasta la elección de las características físicas e intelectuales del feto tienen una vigencia increíble. Hasta incluso leí hace pocos días en un diario la afirmación de que ya se puede clonar seres humanos, con la misma liviandad con la que se anuncia la aparición de un nuevo iPhone. Mi opinión de dónde tiene sus comienzos esta como crisis del pensamiento moderno y posmoderno es en el cartesianismo agudo, sí, en esos cultores del racionalismo, encolumnados tras René Descartes, que endiosó a la conciencia del hombre subordinando a ella toda responsabilidad por la existencia: “Pienso, luego existo.” Quedando en el subsuelo psíquico lo que él con mucha ambigüedad llama ideas innatas, que nada tienen que ver con la inefabilidad de la inconsciencia de Freud, sino que más bien se refieren a principios deductivos, a los que quiere reducir incluso al mismo Dios. Nada más vanidoso y paradójicamente irreflexivo. No parecen necesitar de autoconciencia ni pensamiento y sin embargo son fundamentales para la existencia y subsistencia de la biósfera los animales, plantas, microorganismos y los mismos seres humanos durante el esencial tiempo de la concepción y el embarazo. A pesar de ello, los idólatras de la razón pura o pragmática de siempre, que en los hechos es casi lo mismo, pretenden que el ser humano es alguien digno de consideración cuando desarrolla su actividad cerebral, y desde el momento en que el embrión se anida en el útero de la mujer, menospreciando no solo a Dios que da la vida, sino también a la naturaleza de la persona, pues atentan contra el equilibrio social, creyendo que en virtud de la ciencia y el provecho de unos pueden discriminar, cuando no eliminar, embriones humanos que no son sino simientes de la vida del hombre. Asimismo, avanzan en la justificación e impunidad del aborto, o la supresión de la vida del por nacer, que es hoy el genocidio más sistemático y numeroso de la historia, a la vez que la mayor causa de mortalidad materna, siendo esto último lo que para muchos justificaría la legalización del feroz exterminio de criaturas indefensas, llevando al colmo las aberraciones racionalistas analizadas, condenando a muerte a seres humanos por no concebirse a sí mismos. Y no llega hasta ahí su locura, sino que en nuestro Congreso se trataba un proyecto de ley con el objeto de despenalizar el infanticidio, asesinando sistemáticamente ahora a niños por no bastarse a sí. Así, el 9 de septiembre de 2010 la Cámara de Diputados argentina aprobó ley que impone “prisión de seis meses a tres años a la madre que matare a su hijo durante o luego del nacimiento mientras se encontrare bajo la influencia del estado puerperal”, lo que equivaldría prácticamente a la despenalización del filicidio. El terrorífico atentado contra las vidas más primeras tiene hoy espantosas señales de inhumanidad. En España, ante la inminente venida al mundo de niños con síndrome de Down se les cuestiona a los futuros padres si prefieren que tales vidas nazcan o se supriman, disimulando muy mal el objetivo nazi de purificación genética. No es irrazonable deducir que con tanta amplitud para el exterminio de seres humanos indefensos, terminarán cayendo en la trampa otros sectores débiles como ancianos y quienes padezcan diversas enfermedades. Y más aún: ¿El menosprecio burocrático de vidas no vividas, no manifiesta que muchas de las existentes en el mundo tampoco valen la pena? En la novela tener relaciones sexuales, por ejemplo, no es nada especial sino que es lo más banal del mundo. Al respecto de esto, he leído que algunos biólogos y científicos estiman que la reproducción asexual es un estado más avanzado de la vida pues implica mucho menos costo energético, cuestionándose por qué el hombre, el más racional de todos los seres vivos, no lo ha alcanzado, siguiendo con su esquema de reproducción tan arcaico según su lógica de la biología. Sin embargo, nunca antes el sexo había sido tan omnipresente en todos los medios, tan aturdidor, tan inhumano. Asimismo se trata en la novela del bendito soma, una especie de droga que funciona como estimulante, antidepresivo y consolador, algo así como un maná industrial del futuro. La división de la sociedad en castas, en categorías, en clases, ¿a quién puede extrañarle? 
Como a esta novela no le es ajena Dios y la Religión, y la cátedra a la que asistimos es la de Derecho Político, comparto una reflexión sobre una posible contradicción entre los postulados de los papas Francisco y su predecesor Benedicto XVI: recientemente el Papa Francisco expresó en una misa en su residencia de Santa Marta lo siguiente: Seguir a Jesús no consiste en hacer carrera, ni en buscar alcanzar el poder. Y prosiguió: Seguir a Jesús sí, pero hasta un cierto punto; seguir a Jesús como algo cultural: soy cristiano, tengo esta cultura... pero sin la exigencia del verdadero seguimiento de Jesús, la exigencia de seguir su camino. Si se sigue a Jesús como una propuesta cultural, se usa su camino para llegar más alto, para alcanzar más poder. 
Pero sin embargo el 1 de enero de este mismo año el entonces Papa Benedicto XVI en su mensaje para la celebración de la XLVI Jornada Mundial de la Paz dijo: Las instituciones culturales, escolares y universitarias desempeñan una misión especial en relación con la paz. A ellas se les pide una contribución significativa no sólo en la formación de nuevas generaciones de líderes, sino también en la renovación de las instituciones públicas, nacionales e internacionales. También pueden contribuir a una reflexión científica que asiente las actividades económicas y financieras en un sólido fundamento antropológico y ético. El mundo actual, particularmente el político, necesita del soporte de un pensamiento nuevo, de una nueva síntesis cultural... 
O sea, por un lado el Papa Francisco parece considerar de forma hasta despectiva el hacer carrera y alcanzar el poder diluyendo el seguir a Cristo en una propuesta cultural, mientras que el Papa Benedicto parecía estar más a favor casi de una aristocracia universitaria y cultural al mando del poder político en el mundo.

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